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Me gustan las labores desde pequeña, he hecho muchas pero no tengo constancia de casi ninguna porque las he regalado sin hacerles fotos. Esté blog nace casi como un diario de labores/manualidades y un pequeño homenaje a las personas que me han enseñado. Si alguien pasa por aquí y le gusta algo tiene mi dirección y mi ayuda en lo que me pida

lunes, 31 de enero de 2011

SOLA (y voluntariamente desgajada)

Cuando vivían mis padres decía que a quien le viera colgado el cuadro de "las cuatro mayores" se lo rajaba
Me gustaba mucho, no era sólo la pintura, que había ganado una exposición en Sevilla, me evocaba el orgullo de pertenecer al grupo de las mayores y la eterna sensación de no enterarme de nada.
La mayor siempre altiva e  independiente estaba pegada a la ventana, a mi lado izquierdo, de pie con un traje blanco, un pelo precioso  muy bien peinado y unos zapatos que eran mi envidia, tanta, que me los he puesto en el retrato  Posted by Picasa
La segunda estaba sentada en un banco amarillo de la cocina, a mi derecha y pasándome el brazo por los hombros, siempre había creído que en un gesto protector. Era guapa y se aposentaba en su belleza para mirar la vida, el retrato daba fe con su mirada, la pierna agarrada a la pata del banquillo, siempre aferrada a tierra firme
La tercera sentada en el suelo, hablaba de terquedad en la boca, de  ausencia de verticalidad en su vida. Nada le interesaba más que su comodidad
La cuarta miraba el mundo flanqueada por sus hermanas, no se veían sus piernas, como si no pudiera andar solita sin ellas. Su mirada iba muy muy lejos y siempre parecía que no comprendía nada de lo que decían los mayores, como la de Miguelito, en cuya mirada me sigo reconociendo
Mis padres se fueron, nunca volverán de donde han ido.
A mis hermanas no las conozco, no las reconozco ya.
Ya no quiero el cuadro.
Me he retratado sola, con la Nagaina, y una pelota con la que yo nunca he jugado...¡era tan grande!

domingo, 30 de enero de 2011

OLVIDO Y MEMORIA

Puf!!! había cortado la camisita, ya ´tenía cosido un lateral cuando al darle la vuelta... ¡ no era cosido y vuelto! -"... eso es muy basto para la piel de un bebé.
Se hacía de otra manera, se llamaba costura francesa y sin embargo por más vueltas que le daba a la camisita no sabía cómo se hacía.
Y regresé a la galería de la abuela aquella Semana Santa en que empezó a coser los batones de mi bebé, los ropones con el tablón lateral ¡tan sencillos!. La veía cosiendo las tiras bordadas, los trus-trus, y los encajes: -"si hubiera medido los metros de encaje que llevo pegados...!
Cortó los baberos y dejó que yo los cosiera, también me dejaba que  hiciera la pata de gallo encima del dobladillo de las tiras bordadas, pero no me dejo pegar los encajes, era lo más delicado, el dedo gordo tenía que dar el frunce adecuado para después poder encañonar con las tenacillas...Aprendí a hacer los repulgos que remataban en algunas ocasiones las costuritas de los tru-trus con las telas.
Y ya que llevábamos varios días, los que ella consideró suficientes para que yo apreciara la delicadeza del trabajo, cortó en batista de hilo las seis camisitas que yo debía hacer. Me enseñó a cerrar los hombros y... recordé perfectamente cómo hay que encarar las dos telas para poder dejar la costura plana:
-" El niño no puede llevar costuras gordas que le puedan hacer daño, pero hace falta que sean fuertes porque se lavan mucho"
Me completó el hatillo con" las camisitas", de lana de Velasco, de primera postura tan simples y elegantes como ningún otro jersey con filigranas. 
- Abuela, si es niña, llevará tu nombre
Y fue niña, y mi padre quiso que se llamara como yo, que llevo el nombre de su madre.
Y mi marido también quiso que llevara mi nombre.
Pero ella lleva tu nombre y, como tú,  llena de luz la vida
Ahora daremos gloria a mi padre y, si es niña,  llevará mi nombre

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jueves, 27 de enero de 2011

MAESTRA DE VIDA

Nadie como ella para disfrutar paladeando cada segundo de la vida;  hablar con las plantas para que crecieran queridas en su galería mientras les daba de beber; dejarte pasmada con sus conocimientos sobre los efectos secundarios del cloramfenicol; comentar cómo Gil Robles y su partido se equivocaron al no unirse a la derecha;  enseñarte una chaqueta doblada por la mitad y su perfecta simetría para empezar a picar la solapa; hacerte ver con su emoción la ternura que el abuelo Ramón derramó sobre sus cuatro únicas hijas;  degustar despacito una copa de Rio Viejo sentadas con la labor en el regazo en los días en que el sol lo pedía.
Nadie, nadie como ella añorando el cuerpo del abuelo en la cama aunque hacía diez años que había muerto; viendo desde el balcón  a Dña Consuelo cantando durante toda la visita el "Vamos niños al Sagrario..." mientras se alejaba por el albero y saboreaba  la venganza de cuando jugaban al tresillo;  para esperar ilusionada la llegada de Reyes que nos contara las novedades, todas ellas inventadas, del Círculo; alabar mi dominio de los hilos en el bordado antiguo de lagartera que estaba copiando; agradecer la fidelidad de Juan el Gitano cuya visita semanal atendía con el refinamiento y cortesía que se merecía un marqués:
Nadie, nadie como ella para saborear rencores antiguos  mientras escuchaba el sonido de los bolillos de ébano; ofreciendo café a los hombres, hombres, al acabar la comida,en la obligada sobremesa,  y sirviéndolo  con delicados movimientos femeninos.
Nadie, nadie, nadie como tú abuela

miércoles, 26 de enero de 2011

No has puesto LO MEJOR

 
 Esto es, según mi niña, lo mejor de las toallas.
Están bordadas sobre batista de hilo y llevan un encaje de torchón sencillito.
Me acordaba de mi madre mientras las hacía porque me transmitió el gusto por secarme con toallas de tela  y de Carmela.
Carmela era  la  chica que llevaba el bar de mi Colegio Mayor y  tenía siempre en las manos un bastidor que soltaba en un respingo cuando alguien se acercaba a la barra, como si la labor no corriera prisa.
Hacía su ajuar y todavía no tenía novio. Lo hacía con hilo de bobina de algodón, de las de coser, y bordaba sobre algodón blanco dibujos diminutos, puntadas ligerísimas, con certeza total entre la mano de abajo, invisible, y la de arriba, siempre en el punto exacto.
Me metió el gusanillo del bordado, era magia  .
Pero siempre he pensado que si ella, trabajando, sonriendo y soñando con un príncipe azul, era capaz de hacerlo, ¿por qué no lo podía hacer yo?
Un día me hizo una confidencia escalofriante: había nacido, como todos,  sin dientes pero jamás le creció ninguno,  Se quitó la dentadura postiza para que lo comprobara y su boca se frunció extrañamente
Pensé que nunca había soñado con el Palacio de Marfil del Ratoncito Pérez.
Sin embargo no daba lástima, sólo admiración
No he vuelto a verla, era de un pueblo de la Alpujarra de los de antes  que hubiera carreteras que facilitaran el acceso ni turismo rural
Después de veinte años volví a mi Colegio Mayor, su amiga,  la pizpireta Luisa seguía en la portería, le pregunté por Carmela  y me dijo que ya tenía varios hijos y vivía,  muy contenta, otra vez en el pueblo.

martes, 25 de enero de 2011

ENFADADITA

Mírala, con su cara de enfadadita. Me encantaba y por eso le hice esta foto.
Es la cara que sigue poniendo cuando la cosa va de: -Mímame que soy tu única hija
Ella no lo sabe pero es mucho más que mi única hija es la persona con la que he aprendido a ser madre y ahora aprenderé a ser abuela. Y tengo otros dos hijos,¡ mis sijitos!, pero ella es la mayor y por eso me equivoqué más con ella y aprendí más con ella.
Ella se llama LUZ y realmente llena de luz mi vida aun en las épocas tenebrosas.
Está llena de VIDA no porque esté embarazada, sino porque desde chica ha querido no perderse nada, Extrovertida como para tirarse de mis brazos cuando le abría la puerta a cualquier persona
Nacíó para el derecho, y ya cuando estudiaba y me contaba lo que le habían preguntado y lo que contestó, yo me quedaba embobada y sólo sabía decirle: - QUÉ BIEN HABLA MI NIÑA
Bueno... pero la bolsita la hizo ella a esa edad porque su abuela  Lala les trajo a cada una de las nietas su inicial para que la bordaran en punto de cruz, y yo ahora, le he hecho una bolsita para el cuarto de baño.

miércoles, 19 de enero de 2011

TOALLAS

Mi madrina era muy distinta.
Cuando era pequeña le dolía la pierna y los médicos no encontraban ninguna anomalía que justificara su dolor.  Pero ella cojeaba cada vez más y se agarraba a las paredes para poder caminar. Los abuelos se preocuparon y como la niña seguía quejándose a pesar de que ningún médico en Sevilla le encontraba el origen de la cojera, pensaron que era para hacerse "la interesante" en una casa de catorce hijos.
Y la llevaron a Madrid, a López Ibor que tampoco pudo justificar ni el dolor ni la locura, pero ella se dió cuenta de que no la creían. Me lo contó con una especie de rencor sordo, sin queja, sin rabia.
Al cabo de los años le diagnosticaron una tubérculosis ósea, muy poco frecuente y menos en el fémur, pero para entonces ya no tenía la cabeza del fémur, el micobacterium se la había jalado a base de dolores.
Se llamaba Dolores, y aunque en mi familia el nombre de la madrina era el que se le ponía a la niña, ella no quiso poner su nombre, sin más explicaciones.
Llevaba unos zapatos de tafilete hechos a medida, para unos pies muy pequeños, y con un alza de veinte centímetros, por lo menos, para evitar que la columna se le torciera; nunca usó zapatillas, salía de su cama calzada con aquellos zapatitos desiguales. Siempre me impresinó que viviera atada a sus zapatos, que nunca anduviera descalza.
Hacía labores con una parsimonía inalcanzable, incluso desmadejaba los ovillos de Fabra Coats - bebé para que la lana estuviera más esponjosa al tejer la única toquilla que hacía cada vez que alguien nuevo nacía en la familia. Recuerdo sus manos impolutas deshilando despacito sobre un paño de hilo blanco que sostenía en sus rodillas...y no le he visto hacer más que esa toquilla, una alfonbrilla para el cuarto de baño de punto enano y los tirabuzones, ni siquiera recuerdo en qué estaba haciendo el remate, probablemente un tapete o algo así.
 Cuando era yo pequeña hacía unos jerseys blancos con perritos bordados y botones de madroños hechos con lana a la vez que la tirilla, pero cuando le pregunté por ellos para hacerlo, dijo que hacía mucho tiempo y se le había olvidado


 Estas toallas son para mi hija, pero están hechas con su memoria porque aunque nunca me enseñó, me hipnotizaban sus manos ¡ tan lentas! que  puedo rehacer cada uno de sus movimientos.