Lo empecé el día en que se cumplían los tres meses de embarazo y ya sus padres han visto sus manitas y su cuerpecito de siete centímetros cobijado en la barrigita de mi niña.
Los puntos volaban mientras yo podía oler su carne tibia, su boquita buscando desesperadamente y sus ojitos negros como el azabache, como una fiera.
La veía de blanco, ¡ qué bonita estaba con los ropones blancos! con el ceño apretado para no cerrar los ojos porque se estaba durmiendo... y no quería perderse nada.
Nos sentábamos en la cristalera y mientras le hablaba ella me miraba entendiéndolo todo, sostenida por almohadas pero sentadita jugando con su gatito blanco y negro mientras yo cosía sus primeros vestiditos.
Ahora será ella la que disfrute siendo madre, pero yo disfrutaré de dos maneras, viéndola a ella y sintiendo esa vida nueva que prolonga mi vida y la renueva
creo que la foto recoge perfectamente el espíritu de la labor...parece el jerselito de un ángel, anunciado por una luz dorada...qué delicada eres, Mamabolillo...de nuevo, preciosa historia y preciosa labor.
ResponderEliminarGracias, tengo quien me inspira
ResponderEliminarque bonito jersey, y que luz tan preciosa, es verdad, anunciando un angel¡¡¡¡¡¡ también la "aptitud inclusiva", por la parte que me toca, se crece y disfruta con esta nueva criatura, que lleva mis genes.......en un por cien pequeñito, ahí está¡¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminarSaludadl@ de mi parte¡¡¡¡¡¡¡